las letras se me escapan de la punta de los dedos. algunos pensamientos, también. ya no soy la misma chica triste que miraba al vacío y pensaba que ojalá todo se acabe en un abrir y cerrar de ojos.
tampoco me siento la misma chica que no podía dormir y tenía exceso de energía como para luchar contra todos. incluso, contra ella misma.
soy la misma, esas dos, pero hoy, ya no me siento ninguna. porque sí, es cierto, me pusieron una etiqueta y mi angustia desapareció. porque sé a lo que me enfrento, porque de alguna manera lo acepto aún cuando siga luchando contra ello.
hoy camino, salgo, vivo, respiro. veo el cielo azul celeste color paquete de vela y siento el aroma de hojas y hierba fresca. veo ciruelas a mi paso y me inclino para tomar alguna. porque hoy tomo lo que me ofrece la vida, porque estoy mejor, porque me esfuerzo, por lo que sea. porque me gané este lugar en un país extraño y un trabajo ajeno.
por primera vez en muchos meses me doy cuenta que hace demasiado que no cargo el peso del mundo osbre mis hombros. ya no me interesa agradar y lo único que hago es hacerlo cada vez mejor. por mí. porque empiezo a pensar que sí lo merezco. y las letras cambian, las emociones, la manera de pensar, pero si hay algo que no cambia es que en el fondo soy la misma persona de esas otras letras. aún cuando ya no sienta igual. porque soy yo, la misma d. de veinticinco que se emociona con las cosas más pequeñas.