era el evento de la semana y tenías que ir. obvio. te llegó una invitación para dos al cocktail de la productora de moda, con la comida de ese restobar que te gusta tanto. comida étnica, fusión, música electrónica, fotografías, videos, chicas regias y demasiados chicos guapos. todos sub 35, claro.
te encontraste con medio mundo, y a la otra mitad te la fueron presentando. sonreír aquí, sonreír allá, un par de miradas y poner cara de intelectual. fingir que te lo estás pasando bien, mientras piensas que hay demasiada gente y se acaba el sushi. escuchas atentamente, o por lo menos pretendes hacerlo, pones cara de sopesar teorías acerca de la nueva narrativa latinoamericana y piensas que el tipo ese que se las quiere dar de fotógrafo es más que un posero y que tiene menos que un maní por cerebro. patético.
sonríes, hipocritamente felicitas a los organizadores y prometes que harán algo juntos un día de estos. por dentro, piensas, primero muerta.
pero bueno, es día de public relations y pones tu cara perfecta. calibras excusas para virar, musitas un par de palabras en inglés, y te marchas a casa. demasiado cansada como para coger el teléfono y decir lo que quieres decir. lo que deberías. demasiado cansada como para hacer algo que no sea esto.